De como cambió mi rutina con Tyler

Me acompaña incluso a hacer el mercado


Cuando eres soltero y vives solo desde que tienes 24 años tu rutina de vida es muy particular. O le dedicas más tiempo a tu trabajo (workaholic) o sales todas las noches, casi todas o ambas cosas. Esas salidas van evolucionando con la edad: desde las rumbas hasta salidas al cine, a cenar, o a viajar. Digamos que el tiempo que me pasaba en casa era muy poco, quizás por no querer llegar a una casa vacía.  
Mi rutina para el momento que Tyler llegó a mi vida era muy similar a esa. Ahora bien, como ya lo hablé en otro post, al momento de tomar la decisión de tener a Tyler en mi vida hice un compromiso conmigo mismo y con él. Ese compromiso era tratar de brindarle la mejor calidad de vida posible a esta pequeñita criatura que llegó a mi vida y que dentro de muchas cosas estaba pasar el mayor tiempo del mundo a su lado; esto implicaba sacrificar o mi tiempo de trabajo o mi tiempo de esparcimiento. Es obvio que el trabajo era difícil de sacrificar por completo ya que era mi única fuente de ingresos, así que por ende mis salidas prácticamente se redujeron al mínimo.

Que Tyler llegara a casa un fin de semana facilitó un poco mi adaptación y la de él a nuestra nueva vida; poco a poco nos fuimos presentando y el fue conociendo su nuevo entorno. Esos días estuvimos juntos para arriba y para abajo, hasta se convirtió en mi copiloto si tenia que salir.

Durante el fin de semana todo parecía perfecto me sentía el padre perfecto, pero la dura realidad comenzaba el lunes cuando debía ir a trabajar. La primera vez que lo dejé solo fue claro su llanto, podía escucharlo mientras esperaba el ascensor. En ese momento mi corazón se arrugo por completo, no sabía que hacer, si regresarme a consolarlo (que lo que haría era prolongar la pena) o simplemente hacer de tripas corazón e irme y pues pensando un poco más racional, tuve que hacer lo segundo, sin embargo durante todo el día laboral no hacia sino pensar en cómo estaba pasándola si seguía llorando o ya estaba más calmado; lo que si fue claro es que a las 5 en punto salí corriendo de mi trabajo directo a mi casa, primera vez que lo hacía, y al llegar fue claro la desesperación al verme y su alegría, la cual era completamente correspondida, solo esperaba abrazar y consentir esa motica de pelos. Sin embargo tenia que resolver la situación de dejarlo solo.

Tyler siendo mi copiloto
En aquel entonces vivía en un apartamento de 90mts2, un espacio suficiente para mí y la visita regular de mi familia. Al sufrir de algo de OCD (Obsessive Compulsive Disorder) bastaba con una visita de dos veces a la semana de una empleada que me ayudaba con el mantenimiento general de mi espacio. Ahora bien con mi nuevo “roomate” necesitaba que no pasara mucho tiempo solo, por eso tuve una charla con Yohana (mi empleada) primero para ver qué tan pet-friendly era y segundo si estaba dispuesta a venir de lunes a viernes para de alguna manera convertirse en una “nanny” para Tyler. Afortunadamente aceptó y pues tuvo que adaptarse también a este nuevo integrante de mi familia. Lo mejor de todo es que hicieron buen click ambos, sin embargo mi problema no estaba del todo resuelto, ya que ella solo podía estar en casa hasta las 2 de la tarde lo que hacia que Tyler se quedara solo por unas 4 horas, considerando el tráfico de Caracas para llegar de mi trabajo a la casa. Es así como tuve que ingeniármelas para que esas horas que pasara solo fueran lo menos traumáticas posibles.
Pasaron más de 9 meses donde mis salidas y mi interacción social fue mínima; pero creo que una cosa compensó la otra: ahora prefería invitar a mis amigos a mi casa o en tal caso solo asistía a actividades donde me permitieran la presencia de Tyler.
Fue un cambio drástico de rutina, pero luego de casi 9 años de su compañía puedo decir que si tuviera que repetir todo de nuevo lo haría sin pensarlo dos veces, quizás mejorando algunos aspectos; pero sin duda se que todo esto valió la pena Tyler hizo que regresar a casa tuviera ahora un incentivo y era poder estar con él.




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